“Pueblo a pueblo, hacemos más fuerte el trabajo en la producción sana de alimentos”

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  • “Pueblo a pueblo, hacemos más fuerte el trabajo en la producción sana de alimentos”

    “Pueblo a pueblo, hacemos más fuerte el trabajo en la producción sana de alimentos”

    Caracas, 3 de diciembre de 2025.- “Cuando el Comandante Chávez afirmó ‘Comuna o nada’, nos estaba entregando la respuesta: el pueblo, organizado en comunas, tiene la capacidad de proyectarse hasta los espacios más amplios e infinitos”. Así lo dijo Laura Lorenzo, coordinadora nacional del Plan Venezolano de Producción Comunitaria de Alimentos Pueblo a Pueblo, al recordar que este proyecto se ha convertido en una experiencia concreta de articulación entre campo y ciudad.

    Durante su participación en el programa radial “En clave comunal”, Lorenzo explicó que Pueblo a Pueblo nació en Carache (estado Trujillo) en 2015, inspirado en el legado de las luchas campesinas de los años sesenta y en la organización popular que ya se expresaba en la Comuna Chávez y Bolívar.

    Contó que desde allí comenzó a tejerse una red que enlazó territorios productivos rurales con comunas urbanas como El Panal 2021 y Amalivaca, ambas ubicadas en Caracas, y las mujeres organizadas de San Agustín del Sur. La lógica: acortar la distancia entre campo y ciudad, reconocerse como un solo sujeto y planificar la producción de acuerdo con las necesidades de consumo de las comunidades rurales y urbanas.

    Laura Lorenzo, quien es integrante de la Comuna Chávez y Bolívar, relató que en sus primeros cinco años de trabajo, antes de la pandemia, el plan logró distribuir más de 4,5 millones de kilos de alimentos —frutas, verduras, hortalizas, maíz y azúcar— en 251 jornadas semanales de abastecimiento comunal, atendiendo directamente a más de 300 familias. La experiencia se consolidó como respuesta a la guerra económica, generando puntos de abastecimiento alternativos y extendiendo su alcance hacia las escuelas. Desde 2018, y con mayor intensidad a partir de 2022 tras un encuentro con el presidente Nicolás Maduro, Pueblo a Pueblo atiende mensualmente a más de 100 000 niños, niñas y adolescentes en el Distrito Capital y otras ocho entidades del país, garantizando el suministro de 100 toneladas de alimentos frescos.

    Precisó que el plan Pueblo a Pueblo se sostiene fruto de la participación directa de las familias campesinas organizadas. “Aproximadamente, tenemos 450 familias campesinas que, dependiendo del ciclo productivo, aportan su producción a estos espacios”, explicó.

    La coordinadora nacional agregó que a este esfuerzo se suman las familias pescadoras del estado Sucre, quienes han fortalecido la distribución de alimentos en las comunidades. “Estamos trabajando con 20 compas de San Miguel Maconta y de Yaguaraparo que están aportando el pescado que se está distribuyendo en este momento”, señaló.

    La lucha por un “suelo vivo”

    En el desarrollo del plan Pueblo a Pueblo, la ingeniera agrónoma Laura Lorenzo destacó que uno de los aspectos más importantes ha sido el acompañamiento permanente a las comunidades y el intercambio de saberes.

    Expuso que este proceso busca contrarrestar la lógica de la agricultura “moderna”, que tiende a separar a la gente de la tierra y a imponer prácticas sintéticas y transgénicas que deterioran los suelos. “Esas prácticas están desangrando la tierra porque lo que están haciendo es dejándonos sin tierra”, advirtió.

    Subrayó que el debate productivo se centra en cómo abandonar el uso de agroquímicos —a los que llamó venenos— y recuperar la relación ancestral de cuidado con la tierra.

    Para enfrentar este desafío, el movimiento ha impulsado talleres, asambleas y reuniones en los territorios, además de iniciativas concretas como la creación de biofábricas. Dijo que estos espacios permiten a las familias campesinas producir insumos para la siembra, incluidas las semillas, reduciendo la dependencia de marcas comerciales y de importaciones.

    En conversa con la periodista Nerliny Carucí, Laura Lorenzo resaltó que actualmente hay productores en Caracas que están sembrando con semillas propias de cilantro, cebollín y ajo porro, rubros que tradicionalmente dependen de semillas extranjeras.

    La barquisimetana se refirió también a las alianzas con organizaciones campesinas de otras regiones, como los Productores Integrales del Páramo (PROINPA), cuyo trabajo en la producción de semillas de papa y otros cultivos fue reconocido este año por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

    “Pueblo a Pueblo está enmarcado en cómo hacemos más fuerte el trabajo en la producción sana de alimentos, reconociendo el papel de la tierra y que la tierra es un ente vivo. Por eso tenemos nuestro lema de ‘suelo vivo’, y es eso lo que tenemos que cuidar para garantizar la producción de alimentos en este momento y para las futuras generaciones”, afirmó Lorenzo.

    Ruralizar la ciudad

    Para Laura Lorenzo, el reto de Pueblo a Pueblo no se limita a producir alimentos, sino a transformar los imaginarios heredados de la llamada _revolución verde_, que separaron a la población urbana de la madre tierra y de la vida del campo, donde se cultivan los alimentos.

    “Aquí es muy importante el intercambio que hay, el intercambio que tiene que haber de saberes, para ir deslastrándonos de toda esa información que nos han venido metiendo desde hace mucho tiempo”, explicó.

    La comunera señaló que ese acercamiento se concreta cuando las comunas urbanas visitan los espacios productivos en Carache (Trujillo), Sucre, Yaracuy o Lara, y reconocen los lugares dónde se cultivan el tomate, la papa o la cebolla, visibilizando el papel de las familias campesinas que históricamente han sido invisibilizadas.

    Apuntó que a partir de ese contacto, las comunidades urbanas descubren que también pueden sembrar en sus propios espacios, incluso en las escuelas, donde se desarrollan iniciativas como los Conucos Escolares Carlos Lanz, impulsados por el Ministerio de Educación de Venezuela. Indicó que allí los niños producen cebollín, ají y otros rubros que necesitan para hacer los aliños.

    Lorenzo recordó que la pandemia fue un momento clave para resignificar la producción, cuando muchas familias se dieron cuenta de la importancia de volver al campo y producir alimentos básicos como huevos, carne de cerdo o conejo, además de hortalizas. “La principal herramienta que hemos tenido como plan es el acercamiento, que la gente conozca, que se conozcan las familias campesinas y las familias que consumen”, afirmó.

    De acuerdo con Laura Lorenzo, el intercambio de saberes entre el campo y la ciudad es la clave para eliminar las distancias entre ellos y consolidar la idea de que todos tienen la capacidad de producir alimentos.

    Aprendizajes junto al pueblo

    Laura Lorenzo manifestó que los aprendizajes más valiosos de estos diez años de Pueblo a Pueblo provienen directamente de la gente. Recordó que su formación académica estaba orientada a atender grandes empresas y terratenientes, pero fue el contacto con las comunidades lo que le enseñó el verdadero sentido de sembrar.

    “Con mucha humildad, aprendí de la comunidad, al igual que varios compañeros que integramos el plan. Aunque tuvimos la oportunidad de asistir a una universidad, reconocemos que quien verdaderamente nos graduó fue nuestro pueblo. Un pueblo humilde —y digo humilde, porque lo es en esencia—, por cuanto sabe compartir sus conocimientos”, afirmó.

    Enfatizó la capacidad de las familias campesinas para planificar una siembra en minutos, a partir del conocimiento que tienen sobre los ciclos de la madre tierra. “Yo creo que uno de los momentos que más orgullo nos da de tener este contacto directo es cuando te sientas a planificar una siembra y llega uno de nuestros compañeros campesinos: en apenas quince minutos te elabora todo lo que a nosotros, como ingenieros, nos tomaría buscar información, revisar y consultar libros. Ellos lo hacen en quince minutos”, subrayó.

    Para Lorenzo, esa sabiduría práctica ha sido fundamental para sostener el plan frente a la agresión del imperialismo occidental contra el país. “Los pueblos se mantienen, los pueblos resisten. Y nuestro pueblo, independientemente de toda esa guerra, sigue sembrando”, destacó.

    La comunera relató que, pese a los problemas con el combustible o las semillas (como consecuencia de los efectos de la agresión imperialista contra Venezuela), las comunidades siempre han encontrado soluciones. Esa capacidad de resolver y de mantener la producción ha sido clave para enfrentar la propaganda y las adversidades.

    “Cuando aquí nos escondieron los alimentos, cuando la gente tenía que hacer cola y no había harina precocida, ni pasta, ni arroz, estaba entonces la auyama, la papa, la zanahoria, la yuca. O sea, estaba nuestro pueblo produciendo”, evocó.

    Laura Lorenzo aseguró que esa resistencia productiva es la mayor enseñanza de un pueblo que garantiza la continuidad de la vida y la soberanía alimentaria.

    Cultivos y producción comunitaria

    En su balance, Laura Lorenzo detalló la diversidad de alimentos que se producen actualmente bajo el plan Pueblo a Pueblo en distintos territorios del país. En el estado Mérida, específicamente en Santo Domingo, se cultivan zanahoria, papa, remolacha, cebolla, cebollín y cilantro. En Barinitas, en el municipio Bolívar, estado Barinas, la producción se centra en el plátano y se articula con la atención de las escuelas, integrando el trabajo productivo con la formación educativa.

    En Portuguesa, la Comuna Chiriguare en Ospino impulsa la siembra de topocho, plátano y yuca, mientras que en Lara la producción se extiende por los municipios Jiménez, Morán e Iribarren, con rubros como cambur, cebolla, calabacín, pepino, remolacha, cebollín y apio España.

    La coordinadora nacional del Plan Pueblo a Pueblo resaltó también el trabajo en Yaracuy, en el municipio Veroes, considerado cuna afrodescendiente, donde se producen plátano, auyama y yuca. En Anzoátegui, el municipio Anaco ha activado la producción de maíz y hortalizas como calabacín y pepino. En Sucre, el plan se desarrolla en la zona costera de Cruz Salmerón Acosta y Yaguaraparo, con camarones y pesca artesanal, además de experiencias en Carúpano con pescadores/as organizados/as.

    “También hemos tenido un contacto productivo en el estado Cojedes, donde la gente está produciendo. Allí destacan cultivos de melón, yuca y apio; en fin, todo ese esfuerzo productivo que enlaza la zona cercana del llano con la parte central, y que se trabaja junto a los compañeros de la región”, dijo.

    En Caracas, se cultivan hortalizas como cebollín, apio España, ajo porro, tomate, pepino y calabacín.

    Laura Lorenzo agregó que, en el Distrito Capital, Pueblo a Pueblo trabaja en la Cota 905 atendiendo escuelas y proyectando la recuperación de zonas forestales y siembra junto a la Comuna Soberanía y Libertad. También se articulan iniciativas con la Comuna Sueño de Zamora en la parroquia El Valle, con la Radio Negro Primero en la parroquia Altagracia, donde se realizan intercambios de saberes.

    El agua como derecho humano

    Para Laura Lorenzo, coordinadora nacional del Plan Pueblo a Pueblo, el debate sobre el agua ocupa un lugar importante en las discusiones de este movimiento. Refirió que ya se han realizado tres conversatorios —en la Cota 905, en la parroquia La Vega y en San Agustín del Sur— donde se aborda el agua como un derecho humano y no como un negocio. “Para los grandes consorcios internacionales, el agua es un negocio: no es un derecho humano”, advirtió.

    Explicó que, junto a compañeros del Instituto Nacional de Parques (Inparques), se han impulsado actividades para proteger las zonas de amortiguación en los parques nacionales, donde nacen ríos y montañas vitales para el abastecimiento. Con acciones de reforestación y cuidado comunitario, señaló que Venezuela aún está a tiempo de evitar el escenario que ya viven otros países, donde el agua se comercializa como un bien de lujo.

    “Aquí en Venezuela todavía estamos a tiempo de detener esos procesos de destrucción, en especial los originados por la deforestación y por el mal cuidado que algunos conglomerados humanos han tenido con el agua, producto de los imaginarios modernos. Precisamente porque estamos a tiempo, podemos revertir los daños que ya se han iniciado en lo que respecta al recurso hídrico. Y, por supuesto, debemos garantizar que nuestras comunidades campesinas, así como las que habitan en urbanizaciones y zonas urbanas, tengan acceso al agua. El agua es un derecho humano”, declaró.

    En su meditación, Laura Lorenzo reafirmó que el agua es un elemento esencial para la vida y para la producción de alimentos, por lo que ocupa un lugar central en las discusiones de las comunas. “Sin agua nosotros no podemos vivir, ni producir alimentos”, afirmó.

    Ilustró que en varios proyectos se ha incorporado la práctica de la siembra de agua, a través de la reforestación de las orillas de los ríos y la plantación de frutales como el aguacate, acciones que ayudan a preservar las fuentes de agua.

    Acentúo la importancia de reflexionar sobre cómo los sistemas productivos inciden en el uso del agua y la necesidad de evitar su desperdicio. “Las plantas consumen agua y así tienen un consumo limitado; no necesitan agua de más”, señaló.

    La ingeniera Laura Lorenzo indicó que estos procesos de conocimiento se fortalecen mediante talleres y actividades en los territorios donde están asentadas las comunas productivas. “Es necesario, sobre todo en lo que respecta a la canalización del agua de lluvia y al respeto de sus ciclos. Nosotros no contamos con cuatro estaciones, sino con un ciclo de lluvias y un ciclo seco; de allí surge la pregunta de cómo realizar la planificación en función de la disposición de agua existente”, expresó.

    La descolonización del estómago

    Según Laura Lorenzo, uno de los desafíos más profundos de Pueblo a Pueblo es transformar los patrones de consumo impuestos por la lógica de los alimentos ultraprocesados y recuperar la tradición culinaria autóctona. “¿Cómo descolonizamos y cómo cambiamos esos patrones introducidos de consumo que han afectado nuestra producción nacional?”, planteó.

    Recordó que muchos rubros como el quinchoncho, los distintos tipos de frijol o la arepa pelá fueron desplazados por productos industrializados.

    Explicó que este proceso se trabaja en talleres y encuentros comunitarios, donde se promueve la consigna de “comer lo que producimos”, de acuerdo con prácticas responsables con la madre tierra. Para ello, el movimiento Pueblo a Pueblo ha elaborado dos recetarios y avanza hacia un tercero, con un enfoque en la cocina conuquera, que busca rescatar los olores, sabores y colores de la comida tradicional, así como la práctica de comer en familia y en comuna.

    Lorenzo señaló que se han incorporado procesos mínimos de transformación de alimentos, como la hidratación y los encurtidos, para prolongar su vida útil y diversificar la dieta. Entre los productos que se están presentando, figuran pasta de tomate y encurtidos de calabacín y pimentón, elaborados directamente por las comunidades.

    “Así vamos recuperando lo sabroso que es comer en comuna y lo sabroso que es comer lo que estamos produciendo, de acuerdo con nuestras formas de cultivar, además con todos esos colores hermosísimos que tienen nuestros cultivos tanto en el campo como cuando los llevamos a la mesa”, afirmó.

    Para culminar su participación en el programa “En clave comunal”, la coordinadora nacional del Plan Venezolano de Producción Comunitaria de Alimentos Pueblo a Pueblo, Laura Lorenzo, dejó a disposición su contacto celular para los que quieran interactuar con este movimiento venezolano: +58 0416-5603187.

  • “Vivir en comuna exige recuperar una cualidad esencial del pensamiento rodrigueano: el sentir”

    “Vivir en comuna exige recuperar una cualidad esencial del pensamiento rodrigueano: el sentir”

    Caracas, 4 de noviembre de 2025.- “Cuando se cultiva pensamiento propio, surge una mirada profunda —una que va más allá del árbol, como suele decirse—; una mirada capaz de ver el bosque y de adentrarse en las profundidades de las realidades, particularmente las de la humanidad”. Así lo expresó el investigador Néstor Hugo Angulo al referirse al pensamiento robinsoniano.

    Durante su participación en el programa “En clave comunal”, Angulo reivindicó la vigencia del legado de Simón Rodríguez como clave para profundizar el proyecto liberador que encarna la Comuna venezolana.

    Para el educador popular, Simón Rodríguez fue un pensador contracorriente, dotado desde joven de dos cualidades esenciales: una aguda capacidad de observación y un espíritu rebelde. Según Angulo, esa combinación le permitió desarrollar una originalidad radical, sostenida por una formación permanente y un compromiso con el pensamiento propio. “Fue un observador y cuestionador de aparatos educativos excluyentes, que no estaban conectados con las nuevas realidades”, señaló.

    Angulo comentó que, para Simón Rodríguez, la educación era una herramienta fundamental para emprender lo que llamaba “empresas”, es decir: proyectos de transformación colectiva. En ese sentido, su vínculo con Simón Bolívar no fue solo afectivo (como docente y amigo), sino político: “La mayor empresa que, sin duda alguna, ha realizado hombre en el mundo la hizo Simón Bolívar: dar la libertad a medio continente americano. Entonces, yo creo que la educación y la libertad son las herramientas para construir una nueva sociedad”, afirmó Angulo.

    Claves robinsonianas para el autogobierno

    De acuerdo con Néstor Hugo Angulo, cofundador del Centro de Estudios, Aprendizajes e Investigaciones Comunales Kléber Ramírez, ubicado en el estado Mérida, uno de los aportes más significativos de Simón Rodríguez fue su defensa de una educación popular, en contraposición al modelo eurocéntrico dominante en su época. “Simón Rodríguez decía que todo se escuchaba en Europa, menos de una educación social, de una educación popular”, recordó Angulo.

    Dentro de esta perspectiva, Angulo evocó una afirmación del comandante Chávez: “El primer poder que tiene el pueblo es el conocimiento liberador. Esa herramienta, sin duda alguna, le permite al individuo —y sobre todo al sujeto colectivo— poder, producto del diálogo, de tejer la palabra, de llevar a consenso, de construir propuestas, de construir ideas… lo puede llevar a actuar. Él también decía que había que sentir: sentir para actuar”.

    En cuanto a las relaciones humanas y la economía, el investigador apuntó a una frase escrita por Rodríguez en Sociedades americanas: “Fundar una economía social de todos para el beneficio de todos”.

    Esta propuesta, afirmó, anticipa las búsquedas actuales de autogestión. “Hoy en día las comunas, los consejos comunales, los circuitos comunales andan en la búsqueda de la autogestión y de la autonomía, que son más que dos conceptos, son dos categorías que tenemos que profundizarlas, consolidarlas para dar el salto cualitativo a lo que pudiéramos llamar autogobierno”, dijo.

    Angulo distinguió entre la gestión de recursos puntuales —como los asignados en consultas populares— y la construcción de una economía comunal territorializada. “Una cosa es lo que estamos viviendo en este momento: el llamado a las consultas populares, donde el Estado aporta unos recursos para resolver un problema material de una escuela, de una avenida, un asfaltado, en fin, de alguna necesidad concreta que se tenga en el territorio. Pero construir una economía social en el territorio es otra cualidad. En este caso, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en su artículo 184, plantea que el Estado crea mecanismos para la transferencia y descentralización de bienes, servicios y competencias públicas hacia las comunidades. Bueno, yo creo que hay una gran mora en el proceso revolucionario —pero ya hace cerca de 150, 160 años, Simón Rodríguez las asomaba”, expuso.

    Angulo evocó una de las esencias más potentes del pensamiento robinsoniano: “Yo lo que quiero es que aprendan a gobernarse”.

    En tal sentido, apuntaló que esto es “clave, porque, a medida que los comuneros y las comuneras se apropien del conocimiento del territorio —de sus necesidades, pero también de sus potencialidades, y sobre todo de esa nueva lógica de economía que hay que construir en los territorios, a través de la empresa de propiedad social y de la transferencia de competencias públicas a las comunidades—, sin duda alguna, las comunidades van a tener los recursos no solamente para resolver una materialidad, sino también para instituir un nuevo modelo de sociedad y de Estado”, precisó.

    Toparquía

    Para Néstor Hugo Angulo, el concepto de toparquía —formulado por Simón Rodríguez en 1847— representa una clave fundamental para pensar la construcción de comunes en Venezuela como proyecto político. “Cuando él planteaba la toparquía, planteaba el gobierno del lugar o el poder de la gente en cada comunidad para resolver sus problemas, basándose en sus potencialidades, que de una u otra manera tiene cada territorio”, expuso.

    Expresó que esta noción adelanta, con más de siglo y medio de distancia, el impulso comunal promovido por el comandante Chávez. “En 2007, Chávez comienza a hablar de comuna, y en 2009 le da mayor profundidad teórica, ideológica y organizativa”, recordó Angulo.

    Palabra tejida

    El educador popular Néstor Hugo Angulo señaló que Simón Rodríguez exponía que el conocimiento no solamente era intelectual, sino también manual. “El hombre tiene la posibilidad no solamente de cultivar la mente, el espíritu, sino también cultivar la mano; de ser hacedor, de ser constructor. Desde la agricultura hasta la herrería y la carpintería, el saber práctico vinculado con la capacidad de transformar el territorio”, profundizó.

    Apuntó que conocer las potencialidades del territorio y contar con saberes técnico-científicos para producir alimentos permite construir una nueva lógica de relación social y política. “Eso puede dar, basamento para comenzar a construir otra lógica de relación social y, sobre todo, relación política”, enfatizó.

    Angulo subrayó, además, la necesidad de crear una nueva cultura de la asamblea, donde la palabra sea tejida con propuestas, ideas y planes de transformación. “Nosotros somos una sociedad que nos enseñaron es a votar. Nuestras culturas ancestrales planteaban el consenso, consensuar. Entonces, “¿cuál es la propuesta que va en beneficio común, en beneficio de la comunidad?”, preguntó.

    Estos planteamientos, afirmó, deben ser llevados a los espacios comunales no como copia ni imitación, sino como creación. “Como algo que de una u otra manera está demandando esta humanidad”, declaró.

    Sentir el territorio

    Frente a las mutaciones del sistema moderno/capitalista, el comunero Néstor Hugo Angulo propuso recuperar una cualidad esencial del pensamiento robinsoniano: el sentir. “El sentir es quien camina el territorio, el que observa dentro del territorio, el que se comienza a cuestionar dentro de lo que está sucediendo en ese territorio. Lo que algún teórico llamó topofilia, que es ese amor que sentimos nosotros por el territorio”, explicó Angulo.

    Para Angulo, esta enseñanza del maestro Simón Rodríguez sigue vigente. Comentó que hay otros compañeros que han escrito teóricamente lo que llaman topología. “El territorio también enseña. Cuando una persona vive en un espacio territorial, en una comunidad, en un barrio; en fin: en el llano, en la montaña, en la selva, comienza a recorrer, a conocer. Bueno, ese aprendizaje lo marca y comienza milimétricamente a conocer su territorio”, alegó.

    Vida en común

    “Los hombres no están en sociedad para decirse que tienen necesidades y para aconsejarse que busquen cómo remediarlas, ni para exhortarse a tener paciencia, sino para consultarse sobre los medios de satisfacer su deseo, porque no satisfacerlos es padecer” (Simón Rodríguez, en Sociedades americanas).

    Para el investigador Néstor Hugo Angulo, esta reflexión constituye la génesis del proceso constituyente: la consulta, el diálogo, la interacción entre compañeros y compañeras para transformar las realidades vividas.

    “Trayendo esto a nuestros tiempos, a nuestros espacios territoriales y a las comunas, es una oportunidad que tienen todos los comuneros y todas las comuneras —llámense consejos comunales, comunas, circuitos comunales— de generar espacios de asamblea, donde el primer instrumento sea la palabra y el bienestar común. De modo que esa realidad que tenemos —con los aportes, con las miradas, con el sentir, con la inteligencia, con los saberes, con las experiencias y, sobre todo, con los valores más humanos, como la solidaridad—, sin duda alguna, vamos a conseguir no una receta, pero sí, como nos dijo Simón Rodríguez, el sendero que nuestro maestro nos señaló”, apuntó.

    Dijo que construir ese sendero implica asumir la comuna como forma de vida, como lo propuso el comandante Chávez: “Comuna socialista comunal, que es una nueva lógica de relaciones sociales, de relaciones políticas, de relaciones culturales y sobre todo de relaciones económicas. Por eso, a pesar de las dificultades, debilidades y omisiones que podamos tener, en Venezuela se está intentando crear otro espacio para la vida”, aseguró.

    Transformar

    En la fase actual del proceso revolucionario, Néstor Hugo Angulo advirtió sobre una de las alertas más profundas del pensamiento de Simón Rodríguez: “Los pueblos también pueden engañarse”.

    Angulo citó al también maestro Carlos Matos, quien distinguía entre administrar y transformar. “Él dijo lo siguiente: una cosa es administrar y otra cosa es transformar. Muchos compañeros nuestros que llegan a la alcaldía, que llegan a las gobernaciones, por lo general administran, pero no transforman. Por otro lado, el comandante Chávez es un ejemplo de lo que es la transformación: creó misiones, universidades, estrategias y planes de desarrollo con una visión de totalidad que abarcaba lo social, lo político, lo económico, lo territorial, lo cultural, la ciencia, la tecnología y el ambiente”, recordó.

    El investigador acentuó que ese horizonte se sintetiza en la propuesta del Estado comunal socialista, que Chávez consideraba vital. “Le dijo a nuestro presidente Nicolás Maduro que cuidara a la comuna con la vida misma”, evocó.

    Aseveró que la gran tarea la tiene el pueblo. “Solo el pueblo salva el pueblo. Y el pueblo tiene que tener autonomía, tiene que tener procesos de formación, consolidar la organización que tiene, debe ser un planificador colectivo y sobre todo lo que Chávez permanentemente nos enseñó: actuar para transformar la realidad”, reflexionó.

    Autonomía comunal

    En conversa con Nerliny Carucí, periodista y moderadora del programa “En clave comunal”, el investigador Néstor Hugo Angulo invitó a las comunas a rescatar el llamado de Simón Rodríguez a construir un nuevo modelo de economía, basado en lo colectivo, frente a la lógica capitalista, anclada en la propiedad privada.

    Para el educador popular, la estrategia está en avanzar hacia empresas de propiedad social y en activar los mecanismos de transferencia de competencias establecidos en el artículo 184 de la Constitución.

    “El comandante Chávez permanentemente exhortaba a los alcaldes y a los gobernadores a comenzar a construir con el pueblo otra lógica. Por ello, lo importante de que el pueblo tenga los niveles de organización, de formación, de planificación para verdaderamente actuar”, resaltó.

    Consideró que la autonomía comunal no se limita a lo económico. “Chávez, en actitud autocrítica, advertía que los consejos comunales y las comunas no son apéndices de los alcaldes, de los gobernadores ni del Partido. La Comuna tiene que tener autonomía, y autonomía no solamente es de recursos económicos, sino autonomía —que nos lo señalaba permanentemente Simón Rodríguez—, autonomía de pensar y de actuar”, precisó.

    Apuntó que “esa es la gran tarea que algunos consejos comunales y algunas comunas han iniciado. Pero también hay adversidades —no solamente exógenas, sino también internas—. Ahora bien, a medida que ese sujeto colectivo tenga mayor fuerza, mayor convicción, y sobre todo sepa que su recorrido lo lleva a través de un horizonte, de un sendero, no habrá —sin duda alguna— ni estructura interna ni sanción externa que impida construir esa nueva comunidad, ese nuevo Estado, esa nueva sociedad”, recalcó.

    Soberanía e independencia

    En el contexto actual de agresión imperialista, Néstor Hugo Angulo recurrió nuevamente al pensamiento de Simón Rodríguez para guiar el presente. “Los hombres están cansados de reyes, de congresos y de tutores. Quieren gobernarse. Quieren tener su propio autogobierno”, citó.

    Para Angulo, este llamado a la autodeterminación retumba tanto en la voz del pueblo como en el mensaje del presidente Nicolás Maduro. “Debemos estar conscientes del momento histórico que estamos viviendo. Para poder avanzar, y para poder profundizar en esta transformación del Estado y en el proceso revolucionario, tenemos que tener soberanía e independencia”, afirmó.

    ¡Comuna o nada!

    Para cerrar su participación en el programa “En clave comunal”, el educador popular Néstor Hugo reprodujo una frase de Eduardo Galeano que condensa el espíritu del reportaje: “Llegó el momento de que los dirigidos dirijan”.

    Para el investigador venezolano, ese momento es ahora, y los protagonistas son los pueblos históricamente expoliados y explotados, aquellos que han sido privados del sueño de vivir con dignidad. “Como dijo el comandante Chávez: Comuna o nada. El horizonte de una vida digna y de permanente transformación”, concluyó.